lunes, 12 de enero de 2015

Un poquito más lejos - Islandia

Aunque más lejos estuve en Corea, pero ahí no escribí nada, soy muy vaga. Y es una pena porque en Irlanda escribí poco pero he estado echando ahora un ojo a los antiguos posts y ya casi me he olvidado de muchos detalles. Por eso me he propuesto escribir (al menos) cada lunes, sea como sea. Veremos si lo cumplo.

De momento hoy ya se me ha hecho tarde gracias a Xema y sus pocas ganas de estudiar, y a que se me había olvidado que tenía mi primera colada esperándome en el sótano. Al menos las cien mil capas de ropa que llevé en el vuelo ya están limpias... se me ha ido la cabeza con el equipaje. Con eso de que me equivoqué de día y en lugar del 7 volaba el 8 jajaja.... es mejor cuando voy con prisa y se me olvidan cosas. Aunque ya he hecho de esas aquí... soy un desastre. Pero vayamos por partes.

Los vuelos los cogí bien gracias a un gran esfuerzo de mi familia y a toda la presión que tenía encima para concentrarme en no perderlos... si no hago eso, la cago. Siempre. Por eso odio volar. A las 3,15 me despedí de mi tío Paco y mi madre en el aeropuerto y pasé el control. Y a las ¿3,20? me llamaron Sanchez y Román... que habían ido a despedirme y que dónde estaba jaja


Por suerte, este vuelo fue el mejor de toda mi vida. Empecé quedándome dormida nada más despegar media horita, como de costumbre y luego el piloto empezó a hablar un montón dando explicaciones del cambio de altura en la ruta debido a las turbulencias (que yo ni había notado). Nunca había oído a un capitán hablar tanto. Era interesante pero yo quería dormir. Me puse a ver una peli y al rato el capitán empezó a hablar otra vez. No oía nada con mis auriculares que están que se caen... sólo me quedaba escuchar lo que decía. Resultó ser un gran aficionado a la astronomía que quería compartir con sus pasajeros el atardecer tan especial que había ese día, porque por el lado izquierdo del avión podían verse Marte, Mercurio y, sobre todo, Venus. Yo estaba en el lado derecho. Mientras el piloto hablaba, todo el lado izquierdo miraba por la ventanilla mientras que los del lado derecho nos mirábamos los unos a los otros. Nadie se atrevía a levantarse pero yo no me lo quería perder. Bastante me molesta ya perderme las lluvias de estrellas siempre. Me acerqué a una fila de asientos y me dejaron pasar hasta la ventanilla mientras el chico que se sentaba ahí me decía donde tenía que mirar. Fue un momento muy gracioso y el atardecer rosa con Venus gigante brillando en medio fue algo que me llenó de alegría. Al volver a mi asiento el piloto seguía hablando y no quería encerrarme en mi tablet otra vez. La señora que estaba a mi lado debería estar pensando lo mismo y nos pusimos a hablar de la educación en otros países de Europa comparada con la española, de la crisis, la fuga de cerebros, etc. Cuando me quise dar cuenta ya estábamos aterrizando.


Llegué a la T5 de London-Heathrow y tenía que ir a la T1 para hacer la escala... en solo 2h... nervios otra vez. La terminal estaba desierta, anduve 15 minutos en un pasadizo que era solo para viajeros que hacían escala... ¡y era solo yo! Por lo menos me iba animando ver que iba más rápido de lo que los carteles predecían... tampoco era difícil. En una ocasión vi dos carteles juntos y en uno ponía que me quedaban 6 minutos y en otro que 5...


Cogí un bus igual de desierto y moradito, como todo el aeropuerto, así que me puse a hacer fotos y ya no paré hasta que llegué a la isla.







Cuando llegué a la T1 a los 15-20 minutos, volvieron los nervios... por más que esperaba no aparecía en la pantalla mi puerta de embarque, y había algunas que estaban supuestamente bastante lejos, pero me entretuve viendo una peli y hablando por Whatsapp. Gracias a todos los que me hicisteis un poco más pasajeras las horas de un día taaaan largo, que tuve que soportar con muuucha ropa encima jajaja.


Me subí al avión... no parecía haber prácticamente ningún islandés esperando, pero Icelandair consigue recrear un buen ambiente como introducción al país, mostrando en sus pantallas documentales y curiosidades sobre Islandia e, incluso, acercándonos al islandés en cada asiento. Dije que no quería aprender islandés, pero ni un día aguanté sin buscar webs con tutoriales... se me está haciendo más fácil de lo que esperaba... pero ya veremos cómo evoluciona porque tampoco me lo voy a tomar nada en serio.


Góðan daginn!

 Es un país con muchas curiosidades y a sus habitantes les encanta hablar de ellas. Son muy abiertos y conocen las rarezas que un país tan joven tiene para los turistas acostumbrados a las antiguas ciudades europeas.

 
 "Lo más increíble de Islandia no es el hecho de que tenemos el mayor glaciar de Europa... sino que los islandeses harán cola en la heladería sin importar el tiempo, incluso durante las ventiscas".


"Lo más increíble de Islandia no es la rica población de ballenas o el Sol de medianoche... sino el hecho de que todo islandés puede trazar su linaje familiar hasta los primeros pobladores"


 Con la cámara de mi móvil no puedo conseguir muchas maravillas pero me alegraba mucho de ver tierra firme... especialmente después de un vuelo tan movidito. ¡Qué miedo pasé! Además, para variar, no sabía dónde conectar los auriculares y no tenía a nadie cerca para preguntar.




Ya habían pasado 13 largas horas desde que salí de mi casa... solo quedaba el camino del aeropuerto de Keflavik a Reykjavik. La madre de la niña a la que voy a cuidar estaba esperándome con un cartel con mi nombre y con el abuelo. Siempre había querido que me vinieran a buscar así jaja.

2 Km para llegar a Keflavik, 38 Km para la ciudad

Y primera noticia motivadora... ¡el abuelo es runner! Corre la maratón de Reykjavik, que es en verano, y está casado con una guía de montaña. Un finde de estos me van a llevar a una cueva. La gente mayor aquí es muy activa y presumen de estar tan sanos por la gran costumbre que tiene la población islandesa de ir a la piscina y a las aguas termales, tanto para ejercitarse como para hacer vida social. Hay una en cada esquina. Las personas que he conocido que viven cerca de mi casa me dicen mucho "sí, vivo en esta zona, esta es mi piscina también".

    ¡Esta es mi piscina!aunque también puedo ir a la de mi gimasio, que es mucho más grande.

Mi primer día, bueno, primera noche en la piscina tuvo lo suyo también. Tardé un montón en quitarme todas las capas en casa, ponerme el bañador y volver a ponérmelas. Es mucho mejor hacerlo allí. Pero, además, ya estoy en el vestuario tan dispuesta a ir a la piscina y una señora me dice que tengo que ducharme antes de entrar. La pregunto que si con el bañador me puedo duchar y me dice que no... reglas estrictas. Me ducho. Me pongo el bañador, salgo del vestuario y veo un cartel que recuerda lo de la ducha (¡era cierto! jaja). Total que me despisto con el cartel, abro la puerta que no es y empiezo a subir y bajar escaleras sin encontrar la piscina, y eso que el sitio es pequeño. Veo una puerta, la abro y resulta ser la recepción. Todo el mundo fuera con sus abrigos y sus gorros y yo ahí mojada, en bañador, muerta de frío y sin saber a dónde ir. Y las recepcionistas flipando. Ya me dicen que vuelva por donde he venido y me señalan el camino correcto para llegar a la piscina. Lo sigo, cada vez más congelada y ahora tocaba salir a la calle. Con nieve y todo. Yo ya tenía tanto frío que salté en la primera piscina que pillé y me puse a nadar, notando el viento en mi cabeza, viendo más bajo el agua con las luces que fuera. Una sensación muy extraña. Entonces empezaron los fuegos articiales que me pareció una gran novedad y me fui al jacuzzi a verlos desde los chorros de masajes. No sabía que durarían horas y que estarían el resto del fin de semana igual. Según me dijeron, estaban celebrando el Año Nuevo porque el día 1 hizo demasiado mal tiempo para encender la hoguera de la playa. Pero lo están llevando al límite. Ayer pusieron una máquina de fuegos artificiales en la puerta de mi casa (en una pequeña calle residencial), así, de repente, y nosotros alucinando viéndolo tan cerca desde la cristalera del comedor, donde estábamos cenando. Eso tiene que ser peligroso. Menos mal que parece que ya han acabado. Sólo tenéis que entrar en Google y escribir "new year reykjavik" en el buscador de imágenes para ver cuál es su concepto de esta celebración.



Una curiosidad de la piscina es que no es obligatorio llevar gorro... me acostumbraré rápido. Lo malo es que no se pueden llevar chanclas... no sé si está prohibido, pero nadie las lleva y me he unido a la costumbre, aunque eso solo aumenta el frío. Me tendré que acostumbrar. Al salir, en el vestuario conocí a dos turistas españolas que me indicaron que había una especie de centrifugadora que seca un poco el bañador (gran invento) y que tenían los mismos problemas para desenredarse el pelo que yo (ventajas que tenía el gorro xD).


Al final me he extendido mucho contando el día cero (que no pensaba mencionar), por lo que ya seguiré en otro momento hablando un poco más de mi adaptación estos días. De momento, me despido con este proverbio islandés que, espero, me traerá suerte, y que todos podéis utilizar en el Año Nuevo:

"Af gódu upphafi vonast góður endir"

("Un buen comienzo hace un buen final").

Yo, desde luego, he comenzado pero que muy bien.










2 comentarios:

  1. Tanto ducharse sin bañador ni nada y luego se meten en la piscina sin gorro! Ahí todos los pelos... Jajaja

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    1. siiii !! deben de tener un pelo especial, que ni se enreda ni se cae jajaja =P

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